La triste historia de Oshito
Ocurrió tarde, mientras todos dormian. Oshito se acercó sigilosamente a Minnie, Mickey prefirió quedarse en la casa de Pinamar, quizas olvidado. Despues de mirarla fijamente a los ojos, el oso comenzó a entender que Minnie, además de encontrarse sola y despechada, no le ponia ninguna pega ni objeción a su mirada congelada y lasciva, esto le dió el coraje necesario al erotizado juguete para empezar la frotamenta... Peluche con peluche, la fricción emitia un gemido sordo que inundaba la habitación de pequeñas fibras de algodón... La boca de Minnie se estaba llenando de fina pelusa y a Oshito le habian crecido autenticas y afiladísimas pezuñas en sus suavesitas patas, los juguetes se aproximaban a un climax que jamás hubiesen imaginado cuando de pronto, pum! Oshito combustionó, el frote de su cuerpo con el de Minnie provocó la química reacción. Tras unos momentos de terrible sufrimiento, apagados por un agil salto a ciegas de Oshito al inodoro, todo se calmó. El accidentado ser juguetíl volvió a entrar a la habitación, mojado y quemado, y así de esa forma miró una vez más a Minnie, esperando al menos una fria complicidad, pero ella ya no le miraba e inmediatamente se hundió en el fondo del baul de los juguetes. Oshito al ver esa imagen recordó que era inmortal y comprendió que ya no encajaba en ese mundo. Ahora era un juguete roto, un juguete bizarro.